¿Alguna vez te has puesto a pensar porqué la música produce tantos efectos en nosotros? ¿Porqué nos hace recordar, llorar, reír, mover el cuerpo e incluso nos puede poner la piel de gallina?; ¿Porqué somos capaces de recordar miles de melodías, ritmos, letras y canciones, pero a veces nos cuesta recordar nuestro propio numero de teléfono?
La música no solo existe cómo una expresión artística que disfrutamos y nos conmueve, su propósito en nuestra vida es todavía más amplio.
En el útero de nuestras madres comienza nuestra primera experiencia musical. El oído interno es el primer órgano en desarrollarse y nos ayuda entender el mundo que nos rodea. Los rítmicos latidos del corazón de nuestra madre y los sonidos propios del útero son nuestro primer acercamiento al mundo de los sonidos, incluso en los últimos tres meses del embarazo también somos capaces de percibir ruidos externos tales como la voz de nuestra madre, melodías y sonidos. Es por este motivo que al nacer ya somos musicales y rítmicos de forma innata. El balanceo, las canciones de cuna y el sonido del corazón de nuestra madre nos ayuda a calmarnos ya que nos recuerdan nuestro mundo intrauterino en el cual nos sentíamos tan protegidos.
La musicoterapia aprovecha esta conexión innata con la música y la utiliza como herramienta terapéutica para mejorar diversas problemáticas en el área emocional, cognitiva, social y psicomotriz. A través de esta comunicación no verbal, que estimula el cuerpo, las emociones y la cognición, el terapeuta utiliza la música para llegar a lugares donde a veces las palabras no pueden llegar. Una de sus principales ventajas en comparación con otras terapias es que estimula ambos hemisferios del cerebro a la misma vez, activa la segregación de hormonas y neurotransmisores encargadas del placer, la felicidad y la recompensa y es capaz de despertar emociones y recuerdos.
A grandes rasgos, los efectos positivos de la musicoterapia son diversos. En el caso del autismo, la psicoterapia musical es capaz de crear vínculos y estimular la comunicación de forma muy natural a través de instrumentos, ritmos y melodías. En enfermedades degenerativas (demencia, Parkinson, alzhéimer) o lesiones cerebrales, el uso de la música como herramienta terapéutica tiene el poder de estimular las partes dañadas del cerebro y crear nuevas conexiones neuronales. En neonatos consigue un efecto regresivo al útero muy beneficioso para los primeros meses de vida. En niños con problemas de atención, el trabajo a través de la música ayuda a reducir los niveles de ansiedad, mantener la atención, canalizar el movimiento y proporciona una vía de expresión, creatividad y descarga de tensiones.
Para llevar a cabo esta terapia se utilizan métodos como la improvisación con instrumentos musicales, ejercicios rítmicos, percusión corporal, imitación de patrones rítmicos, creación e interpretación de canciones y melodías, ejercicios de respiración y relajación, etc.
El poder de la música como herramienta terapéutica es tan inmenso que beneficia al ser humano desde el nacimiento hasta la vejez y mejora la calidad de vida y el bienestar de las personas adaptándose a sus necesidades. La aplicación de este método en psicoterapia es un gran avance para la salud ya que sus resultados son sorprendentes.