Darnos un tiempo para jugar con nuestros hijos puede ser cada vez más difícil debido al sinfín de actividades diarias que hemos de realizar durante la semana. Aun así es importante que intentemos darnos el espacio, pues es a través del juego donde desarrollamos pequeñas conversaciones con ellos y donde les enseñamos -casi sin darnos cuenta- intercambios sociales sanos que les ayudarán a establecer en el futuro relaciones más sólidas con sus pares y el mundo que les rodea.
Los juegos sociales como el pilla-pilla, las cosquillas, etc., tienen el poder de lograr que tus hijos centren su atención en ti y en lo que estás haciendo, permitiendo con ello que aprendan a anticipar, a seguir y respetar turnos, a decidir si quieren continuar con una actividad o cambiarla, a detectar cuando están cansados y qué estado de ánimo poseen, y a comunicarse con otros.
Para desarrollar un juego social, debemos poner nuestra atención en tres cosas:
Observar, Esperar y Escuchar a tus hijos en el juego, te permite incluso oír las opiniones que a veces son expresadas en susurros o tímidamente, enriqueciendo la relación que estableces con ellos.