Estamos a principios de Diciembre y nos vamos acercando a unos días repletos de celebraciones, tradiciones, reuniones con la familia y los amigos. Es justo decir que unos esperamos las Navidades más que otros, y que, a veces, estas pueden tener momentos de estrés, encuentros difíciles o hasta nos pueden hacer sentir nostálgicos y melancólicos.
Otros pueden pensar que el sentido de la Navidad se ha perdido y que hoy en día, no es más que un pretexto para alimentar un materialismo sin límites.
Nosotros queremos pensar en una Navidad mágica, emocionante y con experiencias inolvidables. Porque si una cosa está clara, es que para los más pequeños de la casa, para todos y cada uno de ellos, las Navidades son una época de ilusión y alegría. Una ilusión cargada de magia, juegos con primos, amigos, y sobretodo por la certeza de que en un momento u otro, van recibir regalo.
Y tras estos niños con ilusión, a menudo nos encontramos unos padres cuidadosos, atentos a las necesidades de sus hijos, que valoran más la calidad que la cantidad, pero con una gran hazaña por delante: Decidir qué regalo es más adecuado.
El primer juego empieza en la cuna. Primero el bebé descubre sus manos y juega con ellas. Además de interesarse por otras personas, sobretodo por las expresiones faciales de otros, el bebé poco a poco amplía su interés no sólo hacia las personas sino hacia los objetos que le rodean. Empieza a experimentar primero llevándose los objetos a la boca, ya que esta tiene una alta sensibilidad y también moviéndolos con las manos si estos hace ruido. A medida que va creciendo y se desarrolla motrizmente, es capaz de coger juguetes, manipularlos, golpearlos o poner unos encima de otros construyendo torres. Al cabo de un tiempo empieza a diferenciar y a reconocer la funcionalidad de cada objeto y juega con ellos de manera simbólica creando así las representaciones mentales del mundo que le rodea, por ejemplo, cuando juega dando de comer a su muñeca. El juego al principio es individual, luego progresivamente se transforma en un juego social más interactivo. Jugar con otros niñ@s promueve el desarrollo de habilidades sociales, ya que se aprende a compartir juguetes, esperar el turno y a adaptarse a lo que quiere el grupo. Jugar también beneficia el desarrollo cognitivo. A continuación, os presentamos un abanico de ejemplos de cómo diferentes juguetes pueden influenciar las diferentes áreas: emocional, cognitiva, motriz y comunicativa. Estos son meramente ejemplos, en Tot Terapia pensamos que jugar va más allá de los juguetes ya que lo más importante es disfrutar de la interacción con los demás y las experiencias que nos brinda el entorno.
Sin duda alguna, los padres ocupan nuestro primer puesto del ranking de los mejores regalos. Jugar con nuestros hijos, no solo nos da la oportunidad de disfrutar con ellos, sino también de alimentar nuestro vínculo, proporcionándoles seguridad y fortaleciendo su autoestima. Vivimos en una sociedad donde todo pasa muy rápido, todo el mundo está muy ocupado. Pensad en esos momentos compartidos como un momento de descanso emocional en el que paramos y nos conectamos con nosotros mismos y con nuestros seres más queridos.
Un juguete es para pasarlo bien. Si te despierta interés, jugaras mas, y cuanto más juegues más rica será la experiencia. Es importante poder poder observar y escuchar los intereses de nuestros hijos y a partir de ahí si lo consideramos oportuno, poder ampliar esos intereses para enriquecer su abanico de experiencias.
La creatividad es la capacidad para generar nuevas ideas, para imaginar objetos que no están o crear historias a partir de ellos. Cuando hablamos de creatividad en el juego, hablamos de juego simbólico.
La capacidad para jugar de manera simbólica suele aparecer sobre los dos años, normalmente al mismo tiempo en que aparece un lenguaje más complejo donde el niño o niña ya no usa palabras sueltas, sino que empieza a comunicarse utilizando las primeras frases. No debemos olvidar que el lenguaje en realidad es un sistema de símbolos.
El juego simbólico aparece de manera progresiva, primero pasando por una etapa donde se usan los objetos por su función, por ejemplo una niña coge un barco de madera y lo hace navegar por el aire, o un niño usa un teléfono de juguete para “llamar” a mama o papa. Después, se utilizan objetos de manera simbólica, por ejemplo una caja de cartón como si fuera un barco. Por último, nos encontramos con el juego creativo, en donde no solo la caja de cartón se convierte en un barco sino que nos meteremos dentro y nos iremos a navegar por el mar y a vivir mil aventuras.
El juego simbólico no solo nos da la oportunidad de crear, si no expresar emociones, ideas y procesos mentales internos. Gracias al juego, las experiencias se consolidan, las emociones se canalizan y la mente del niño o niña puede desarrollarse hacia funciones cognitivas más complejas como el razonamiento abstracto, resolución de problemas y la auto regulación emocional.
Otros materiales no estructurados, como los cartones, los palos, barro, la plastilina, etc… tienen un poder simbólico muy fuerte, ya que estimulan al niño o niña a crear su juego partiendo de elementos muy sencillos.
El juego estimula el desarrollo psicomotor del niño o niña, ya que sirve como impulso para realizar una acción. La actividad física es muy necesaria y positiva para todo tipo de niñ@s, sin embargo para los más energéticos, moverse, correr y saltar, es casi una necesidad para expresar sus inquietudes y su personalidad. Cualquier deporte o ir en bicicleta y en monopatín son algunos ejemplos de actividades o juegos activos.
El baile y la música también estimulan la actividad motriz además de potenciar el sentido musical, el ritmo y el equilibrio. Un reproductor de música es el regalo ideal para un niño o niña de cualquier edad.
Los cuentos son un excelente recurso para trabajar las emociones, ya que en las historias encontramos personajes o situaciones en las que el niño se puede sentir identificado. Os proponemos algunos ejemplos:
El Monstruo de los Colores es un juego para trabajar las emociones primarias a través de un cuento. Se usa material de soporte para simbolizar cada emoción.
Donde viven los Monstruos es un cuento para trabajar emociones como la agresividad y la reparación.
Vacío es un cuento que permite trabajar la pérdida, tanto en niños pequeños como en adolescentes.
Emotiblocks es un juego para trabajar emociones básicas primarias a través del reconocimiento previo en las tarjetas modelo. En ellas, se muestra la expresión facial que se asocia a cada estado. Posteriormente se deben recoger, manipular y encajar como un lego.
Las pelotas con expresiones emocionales son un recurso muy divertido para la identificación, expresión y la comprensión de emociones con niños a partir de 5 años y hasta los 10, aproximadamente. Con ellas podemos jugar por ejemplo, a contar la última vez que te sentiste de esa forma, respeto a la pelota que te toque.
Jugar es una manera muy divertida de estimular la atención. Para los más pequeños, son muy atractivos los juegos de reconocimiento de objetos, formas geométricas, tridimensionalidad y encaje. Con estos se entrenan las diferentes perspectivas de un objeto y el refuerzo positivo cada vez que logran encajar con la forma adecuada y los agarres.
Tweezer Tongs es otro juego tipo de juego para trabajar la atención sostenida, la concentración y planificación.
Los juegos de construcción aparecen muy pronto, antes del año, y van desarrollándose paralelamente a la aparición de otro tipo de juegos. La primeras construcciones son muy simples, como podría ser colocar un bloque encima de otro o hacer puzzles sencillos. Más adelante las construcciones no solo son más sofisticadas, como lego, vías de tren o puzzles sino que también son un medio para las relaciones sociales ya que los juegos de construcción son ideales para trabajar aspectos como compartir y el trabajo en equipo.
Ya hemos hablado de los juegos de construcción y más adelante os hablamos de los juegos para potenciar la creatividad y el lenguaje. Todos ellos son tipos de juegos ideales para potenciar las habilidades sociales ya que pueden jugarse en grupo, potenciando que los niñ@s interaccionen, compartan y que a menudo tengan que ponerse de acuerdo para trabajar hacia un objetivo en común.
Los juegos de mesa, entrarían dentro de una categoría muy diferente, ya que son más estructurados y tienen reglas. A partir de los 5 o 6 años los niños empiezan a interesarse por este tipo de juegos. Con ellos, además de estimular la comunicación, podemos trabajar aspectos como la impulsividad, ya que es necesario guardar el turno y la tolerancia a la frustración, aprender a que a veces se gana y a veces se pierde.
A parte de los juegos de mesa tradicionales, hoy en día tenemos una variedad de juegos de cartas como UNO, Piou Piou y Piratatak que son juegos divertidos y muy dinámicos, ideales para jugar en familia, además de que se pueden llevar a todas partes.
Comunicar no solo es hablar, existen muchas formas de comunicarse, entre ellas el juego. El juego es un excelente recurso terapéutico que ayuda a nuestros hijos a estimular y a desarrollar el lenguaje oral. Las situaciones de juego provocan muchos intercambios comunicativos.
Los juguetes que representan objetos de la vida real, como jugar en la cocinita (a qué hacemos la comida, a qué estamos en un restaurante, a atender a nuestros clientes…), jugar a la casa de muñecas (a darle de comer al niño, a ayudar al abuelo a sentarse en el sofá…), jugar con medios de transporte (con garajes o carreteras), jugar con granjas y animales, etc. permiten a los niños acercarse más a la realidad y les invita a crear escenarios, situaciones u objetos desde su propia imaginación.
Los títeres, las marionetas y los disfraces nos permiten incentivar el habla y el lenguaje de manera divertida. Contribuyen al desarrollo verbal enriqueciendo el lenguaje de los niños. Mediante estos juguetes, los niños pueden expresar sus emociones, sus pensamientos y sus sentimientos. Además, les hacen ponerse en el papel de otra persona y imaginarse como actuaría o pensaría.
Los cuentos infantiles aportan muchos beneficios en el lenguaje de nuestros hijos. Permiten a los niños trabajar los órganos implicados en el habla, el ritmo y la entonación, la discriminación auditiva, el vocabulario y el lenguaje comprensivo y expresivo. Son un recurso muy motivador y atractivo para los niños.
También se pueden utilizar otros juguetes como:
Uno de los movimientos de las manos que primero aprenden los niños es el de señalar, es un movimiento importante para ellos ya que les permite expresar deseos. Para que esto se lleve a cabo es necesaria una disociación de los dedos, especialmente del dedo índice. Este dedo es muy importante para la diversos movimientos que realizamos cotidianamente como, coger algo pequeño, escribir, abrocharnos un botón,... por lo que tiene que tener, además, fuerza suficiente para llevarlas a cabo. Esta máquina registradora (o cualquier otro juguete de botones) permite potenciar estas habilidades.
La Coordinación óculo-manual hace referencia a la coordinación que se lleva a cabo entre la vista y los movimientos de las manos. Este tipo de coordinación es necesaria para escribir.
Uno de los juguetes que nos pueden ayudar a potenciar esta coordinación es el Hamma, se trata de un material para niños con unas destrezas previas de coger objetos pequeños con facilidad. Se trata de unos pequeños cilindros perforados con los que se pueden crear diferentes diseños. Con ello además se pueden potenciar aspectos viso-espaciales.
Algunos juegos ensartables además de potenciar la coordinación óculo-manual nos ayudan a trabajar habilidades de secuenciación ya que normalmente debemos de seguir un modelo preestablecido.
Otro ejemplo de coordinación óculo-manual es este juego de candados en el que los niños deben de contar las estrellas que les indican que llave abrirá. Existe un desafío óculo-manual cuando el niño debe de meter la llave por la ranura, además, se potencia el giro de muñeca ya que es necesario girarla para abrir el candado.
Una mini cama elástica puede ser un buen juego donde podemos potenciar la motricidad gruesa de los niños y ayudar a su desarrollo sensorial.
La maduración de todos los sentidos y de cómo llega la información a nuestro cerebro se va desarrollando desde el periodo fetal. Entre otras cosas, las sensaciones de nuestra piel nos dicen dónde empieza y termina nuestro cuerpo, aspecto importante para el desarrollo motor. Por ello resulta muy interesante incluir actividades táctiles en las rutinas de juego de los niños. Este ejemplo trata de una arena de color con accesorios para simular que se preparan “helados”. Además con este juego se puede potenciar la coordinación bimanual.