El cuerpo es el gran indicador de nuestro estado de salud: físico, mental, emocional y energético. Cualquier patología o desajuste, produce un mal funcionamiento de nuestra bioquímica corporal repercutiendo en la producción o inhibición de hormonas, mal funcionamiento de neurotransmisores, pobre asimilación de nutrientes, déficit en la excreción de desechos tóxicos, etc.
En resumen, cualquier alteración del equilibrio de nuestra bioquímica corporal, sea de la naturaleza que sea, tiene un alto impacto en nuestro organismo de manera total.
“1 DE CADA 3 HABITANTES SUFRE UNA ENFERMEDAD CRÓNICA O PROBLEMA DE SALUD DE LARGA DURACIÓN”
Según el informe de principales resultados, realizado en 2015 por la ESCA (Encuesta de Salud de Cataluña- Departament de Salut) sobre los comportamientos relacionados con la salud, el estado de salud i uso de los servicios sanitarios en Cataluña, 1 de cada 3 habitantes, sufre una enfermedad crónica o problema de salud de larga duración.
Las problemáticas más frecuentes dentro de la población adulta son: dolor de espalda (lumbar, dorsal y cervical), artrosis, artritis, artritis reumatoide, presión alta, colesterol, varices, migrañas, depresión y ansiedad (16´6% de la población), y alergias crónicas (28% de la población).
Cuatro de cada 10 infantes menores de 15 años tienen algún trastorno de larga duración como bronquitis de repetición, alergias crónicas y otitis.
Además el 4,3% de este sector de la población sufre trastornos de conducta, hiperactividad o déficit de atención añadido a otras posibles patologías.
Aunque el 70% de la población encuestada dice seguir las pautas de la alimentación mediterránea como base, se ha comprobado que casi el 50% de la población que vive en Catalunya de entre 18 y 74 años tiene un exceso de peso: un 34,4% sobrepeso y un 14,7% obesidad.
En la población infantil, las cifras no son mucho más alentadoras, ya que de la población de entre 6 y 12 años el 31,8% tiene sobrepeso, de los cuales un 12,6% ya sufre una obesidad.
Sólo el 4,9% de la población de entre 6 y 14 años hace una ingesta diaria de 5 raciones de fruta y verdura, frente a un 27,5% de población de entre 3 y 14 años, que consume productos altamente calóricos de manera casi diaria (bollería industrial y golosinas, bebidas azucaradas y refrescos, y snacks salados).
Como ya hemos comentado al principio, el ser humano es complejo en su naturaleza. Cada parte de su existencia (física, emocional, mental y energética) está estrechamente ligada al resto de partes, interactuando y funcionando unas respecto a las otras. Formando una unidad, una totalidad.
A nivel teórico creemos tener claro dónde está la frontera de estas partes, pero en la práctica, los profesionales de la salud nos encontramos con una realidad muy diferente. Las fronteras a veces son difíciles de determinar y las intervenciones con nuestros pacientes casi siempre deben desarrollarse abarcando diferentes niveles de la persona.
Por este motivo, es muy importante que cualquier tipo de terapia o intervención que esté relacionada con la salud, se haga desde una mirada integrativa y multi-disciplinaria.
La bioquímica corporal es la composición química de los seres vivos, Estamos formados por proteínas, carbohidratos, lípidos y ácidos nucleícos, además de otras pequeñas moléculas presentes en las células.
A su vez estos compuestos procesan diferentes reacciones químicas que permiten a nuestro metabolismo obtener energía (catabolismo) y generar biomoléculas propias (anabolismo). La bioquímica se basa en el concepto de que todo ser vivo precisa de ciertas reacciones químicas y procesos metabólicos para obtener su equilibrio y funcionar de la mejor manera posible a todos los niveles.
Cuando estos procesos se ven afectados se desencadenan patologías de diferentes naturalezas y mal estar.
De lo que a veces no somos conscientes es de que: nuestro físico afecta nuestra mente, emoción y energía, y viceversa. Todo se mueve en un estrecho equilibrio. No somos partes, somos un todo interdependiente.
Partiendo entonces de esta base, tenemos que entender nuestro cuerpo como el mayor indicador de salud. Antes de cualquier intervención, sea médica o terapéutica, debemos asegurarnos de que nuestra bioquímica corporal se encuentra en óptimas condiciones.
Si nuestro cuerpo, nuestro cerebro y nuestras células tienen todo lo que necesitan para su óptimo funcionamiento, los protocolos terapéuticos y de intervención se verán a su vez beneficiados y potenciados en un 100%.
El primer paso es conseguir que el estado físico de la persona este en las mejores condiciones antes de empezar cualquier:
1. Para ello debemos conocer que “problemas” está intentando gestionar y resolver su metabolismo, y como lo está haciendo.
2. Después trazaremos una estrategia para mejorar todos los elementos del organismo en desequilibrio, que se están interponiendo en el tratamiento principal como pueden ser: déficit en el sistema inmunitario, problemas intestinales, falta de absorción de determinados nutrientes, eliminar alimentos tóxicos que dificulten el trabajo de la química cerebral, etc. Esto lo haremos a través de la nutrición principalmente, y con otras técnicas complementarias en el caso de necesitarlo como pueden ser suplementación, por ejemplo, u otros.
3. Una vez que nuestro organismo se encuentra en optimas condiciones, ya podemos implementar cualquier terapia o tratamiento teniendo la certeza de que estos están interactuando con un organismo lo más receptivo y armonizado posible.
Como hemos comentado, este debería ser un procedimiento previo a cualquier tratamiento sea de la naturaleza que sea:
· Enfermedades y trastornos relacionados con el comportamiento cerebral: Alzheimer, Depresión, Ansiedad, TEA, TDAH, etc.
· Enfermedades del sistema respiratorio: Bronquitis de repetición, asma, mucosidad, sinusitis, rinitis, etc.
· Enfermedades del aparato digestivo: reflujo, acidez, diarreas, estreñimiento, cándidas, parásitos, permeabilidad intestinal, patologías crónicas, colon irritable, etc.
· Enfermedades autoinmunes: alergias crónicas, intolerancia alimentaria, Fibromialgia, artritis reumatoide, etc.
· Otros.
Desde nuestra amplia experiencia personal, así como por las experiencias documentadas por otros muchos profesionales de la salud, podemos decir que en todos estos casos, trabajar previamente en la bioquímica corporal, y después, realizar un tratamiento específico sobre el paciente y su patología, da unos resultados más rápidos, efectivos y duraderos.
A nuestro cuerpo le es más fácil realizar nuevas conexiones neuronales, cuando el cerebro dispone de todo los componentes necesarios internos para poder gestionar esta labor, facilitando así el aprendizaje.
Nuestro sistema inmunitario puede recuperarse y fortalecerse cuando no tiene que hacer frente a una lucha constante contra el propio organismo, y puede dedicarse a controlar solo los peligros externos.
Nuestro aparato digestivo asimila mejor los nutrientes y excreta mejor los elementos de desecho cuando está obteniendo los alimentos más afines a su óptimo funcionamiento y se están corrigiendo los hábitos que lo están intoxicando.
En definitiva, nos beneficiamos directamente del conocimiento de nuestro cuerpo, prestar atención de sus necesidades particulares.
Darle de manera consciente los nutrientes, cuidados y hábitos que van a marcar un antes y un después en nuestro estado de salud y bienestar.
El equilibrio de la bioquímica corporal es parte imprescindible del camino al éxito en cualquier tratamiento.