Hoy día, en una clase es muy común que de 25 niños, 5 tengan alguna que otra dificultad de aprendizaje. A veces, cada uno presenta dificultades en distintas áreas y con diferentes niveles de afectación. Las dificultades más comunes son:
Cada una de estas dificultades representa unos pequeños o grandes problemas en el proceso normal para adquirir estas destrezas. Es en el cerebro, donde ocurren todos los procesos normales para adquirir una buena integración de los sentidos.
La lectura, una buena concentración o una planificación motora e inhibición de conducta... Las dificultades en estas áreas son en realidad, dificultades neurológicas. El desarrollo de la tecnología permite descubrir, cada vez con más exactitud, el funcionamiento del cerebro y las áreas implicadas en adquirir dichas destrezas.
Las neuronas son células del sistema nervioso central, que se transfieren la información de unas a otras, conectándose entre ellas a través de impulsos eléctricos y a su vez están influenciadas por cambios químicos en el cerebro. Hay diferentes áreas en el cerebro destinadas a descodificar o procesar una información específica, como por ejemplo, los sentidos del olfato, la vista, el oído, el tacto, así como información sobre la ubicación del cuerpo en el espacio. Además de las áreas de los sentidos, también existen áreas para el lenguaje, para funciones como desplazarse, manipulación de objetos, reconocimiento de cara y emociones, organización de nuestros órganos vitales y sistema endocrino, etc. Existen una gran cantidad de áreas cerebrales que procesan información para que nosotros podamos funcionar en nuestro día a día.
Cuando el cerebro se empieza a desarrollar en el útero, son los genes dentro de cada neurona las que funcionan como un guía, para indicar a las células neuronales donde se tienen que posicionar en el cerebro, con qué otra célula se tienen que conectar y cuantas veces se activarán. Toda esta información está codificada en las neuronas. De esta manera, es la genética la que ayuda a predisponer cómo piensas y te comportas (tu carácter). Diciéndolo de otra manera la genética decide qué ruta de conexiones neuronales utilizas. Esto también explica por qué un hijo tiene las mismas aficiones y defectos que sus padres, así cuando un niño tiene dislexia es muy probable que algún familiar también la tenga. Sin embargo no es solo la genética que predispone nuestros caracteres sino también las experiencias y factores ambientales pueden cambiar la forma en cómo uno piensa y se mueve, ya que éstas pueden cambiar la ruta de las conexiones neuronales.
Para crear nuevas conexiones cerebrales se necesitan neurotransmisores. Los neurotransmisores son los que potencian la información eléctrica de una neurona a otra. Una buena alimentación es muy importante ya que nuestro cuerpo construye neurotransmisores a través de lo que comemos. La mayoría de nuestras funciones diarias no dependen de una sola área cerebral, sino de una combinación de diferentes áreas, igual que las destrezas como la lectura, la atención y la escritura necesitan información de diferentes áreas cerebrales. Conectando un área con otra formando circuitos específicos para una destreza en concreto; se reúnen diferentes habilidades importantes para realizar estas tareas. Por ejemplo, para la lectura se necesitan áreas que procesan información visual, información auditiva (cómo suena esta letra), áreas de atención, de descodificación y áreas de memoria, de experiencias vividas. Por consiguiente, una simple destreza consiste en diferentes fases y cada una tiene que funcionar de forma óptima. En el caso de que haya una dificultad en una de estas fases, la destreza se verá comprometida.
Puede pasar que, cuando por genética algunas neuronas no tienen codificado que tienen que conectarse con otras áreas cerebrales, la conexión no se lleve a cabo. Además, si hay una deficiencia en los neurotransmisores, la información no se traspasa de forma correcta de una neurona a otra, dificultando los pasos necesarios para una buena ejecución de la tarea.
Existen un sinfín de pruebas y cuestionarios que miden la capacidad de atención, lectura, escritura, cálculo y planificación motora de los niños y estas se basan en un conjunto de datos de niños sin dificultades. Así pues, cuando se realiza una prueba, lo que se hace es comparar al niño con el promedio de un grupo grande de niños de su misma edad. Y se describe a base de síntomas.
Se pueden detectar de forma efectiva las diferentes dificultades en el aprendizaje utilizando estas pruebas, aunque es muy fácil equivocarse.
Hasta los años 80, solo se podía ver el cerebro y sus estructuras: no se podía apreciar ni su funcionamiento, ni la conexión entre las áreas cerebrales. Por mucho tiempo, sólo se consideraban como dificultades neurológicas cuando se podía ver una lesión cerebral. Por eso aún existen personas que no consideran dificultades de aprendizaje como una dificultad neurológica. Gracias al desarrollo de la tecnología, los neurocientíficos pueden observar con la ayuda de técnicas de la neuroimagen, como entre otras el FMRI, PET y ERP, el cerebro en su funcionamiento y se han descubierto las redes neuronales implicadas en las diferentes destrezas de aprendizaje.
Vivimos en una época interesante en donde aún se están descubriendo circuitos cerebrales. Asimismo, se está utilizando la información obtenida de los diferentes circuitos responsables para el aprendizaje como herramienta para el diagnóstico. La información de como un circuito está afectado permite diseñar métodos de terapias más efectivos.
Por ahora, la mayoría de los test para detectar dificultades de
aprendizaje consisten en cuestionarios y pruebas. Estas pruebas pueden explicar cómo realiza el niño los ejercicios en comparación con otros. Sin embargo no explican la rapidez con la que puede aprender el niño ni explica el porqué realiza la prueba mal. Tampoco nos indica qué área cerebral o conexión neuronal puede tener un defecto.
Por suerte ya existen formas para realizar un diagnóstico más objetivo en algunos de los casos arriba mencionados. Un QEEG es una forma poca costosa de medir la actividad cerebral. Se da al paciente una serie de actividades que nos permiten ver la reacción del cerebro ante estas y sacar conclusiones del funcionamiento de este, tras comparar esta actividad con parámetros establecidos.
Aprender significa adquirir información: nuevas habilidades, destrezas, emociones, experiencias, etc. A nivel cerebral aprender significa crear conexiones nuevas. Se crean conexiones nuevas por experiencia y se crea agilidad por práctica repetida. Cuando más repites una tarea, el cerebro se adapta para que esta fluya mejor y se pueda realizarla con más coordinación precisión y rapidez. Todos aprendemos. Independientemente de que se tenga una dificultad o no, todo el mundo puede crear conexiones nuevas y por eso todo el mundo puede aprender.
En nuestro cerebro y en todo nuestro cuerpo se dan diferentes procesos químicos fundamentales para los procesos vitales. Influyen en nuestra digestión, relajación, pensamientos, acciones. Nuestra dieta influye en el proceso bioquímico, influye en los neurotransmisores que son unas sustancias químicas creadas por el cuerpo que transmiten información. Muchos de los niños con las dificultades arriba mencionadas tienen una u otra intolerancia alimentaria. Algo que puede provocar que el cuerpo no reciba los nutrientes de forma óptima para los procesos químicos para pensar.
Asimismo el estar en un estado de estrés continuo no permite al cuerpo absorber los nutrientes que necesita y es por ello que hacer ejercicio, dormir bien, respirar y relajarse favorece el buen hacer de estos procesos químicos. El cerebro necesita que todos éstos procesos se realicen de forma óptima para crear conexiones nuevas y aprender.
Estar en estado de alerta inhibe el aprendizaje: el cerebro piensa que hay una urgencia y se prepara para ello, cortando toda conexión entre partes del cerebro que son necesarias para el aprendizaje e impide la consolidación del almacenamiento de memoria. Por ello, un prerrequisito para aprender es sentirse seguro, relajado y cómodo. Un niño con dificultades de integración de la información de los sentidos, no logra sentirse cómodo. Esto puede pasar, por ejemplo, en los niños que no pueden prestar atención porque el área cerebral que registra el tacto de la piel se activa en exceso y los niños sienten las etiquetas de la ropa con mucha intensidad.
El apoyo que los niños sienten de sus padres y de sus profesores es fundamental para aportarles esta sensación de seguridad: un niño que se siente seguro demuestra más curiosidad por su entorno y por ello explorará más. Cuando hay más curiosidad hay más interés y aumenta la atención. El niño logra, enfocar en lo que está aprendiendo y memorizarlo mejor.
El cerebro está hecho para el movimiento y para realizar actividades. Durante una actividad recibes información de los sentidos sobre la misma. Cuanta más información el cerebro recibe mejor puede almacenar lo aprendido. Es por esto que los niños aprenden mucho más de talleres y excursiones que sentados y escuchando al profesor en el aula.
Un entreno consiste en una serie de ejercicios para potenciar un pensamiento, actitud o movimiento que se realizan de forma repetitiva. Cada vez que se realice el mismo ejercicio, el circuito cerebral implicado para realizar este ejercicio se engrosa, igual que los músculos del cuerpo tras un entreno repetitivo. Hay que entrenar con éxito. Esto significa que debe haber un objetivo alcanzable y una u otra forma para medir el resultado. Casi todos los niños que hemos visto, tras escuchar el resultado de un ejercicio quieren volver a intentarlo para mejorar su resultado. Esto es la base de los videojuegos y hacen que los niños se enganchen.
Hay diferentes disciplinas y cada una está especializada en una área concreta. Uniendo el conocimiento de estas disciplinas se piensa que se puede alcanzar mucho más y trabajar todas las áreas que están afectadas. Los equipos multidisciplinarios tienen esto como objetivo. Cada miembro del equipo evalúa lo que desde su disciplina cree que el niño puede mejorar.
En Tot Teràpia, damos un paso más: no solo estudiamos cuáles son los aspectos que queremos evaluar, sino que también nos informamos entre nosotros para analizar cuál puede ser la base de las dificultades que presenta el niño. Pensamos que hay que trabajar desde la base, sin perder tiempo. Por eso es mucho más importante una buena descripción de las dificultades, que un diagnóstico. Seguimos los desarrollos en el campo de diagnóstico utilizando un QEEG, puesto que en un futuro cercano, aparte de utilizar las pruebas estandarizadas, queremos añadir un estudio con QEEG para hacer nuestros diagnósticos más fiables.
Cuando tenemos el plan de tratamiento claro, lo compartimos con los padres y tras su aprobación, empezamos con dicho plan. Éste consiste en un entreno con mucha repetición, partiendo del interés de la persona para mantener su atención. Se incorporan en casi todos los casos, aspectos para subir la autoestima. Además se explica a los padres la evolución de las terapias y cómo pueden implicarse en el proceso. También contamos con una naturópata y nutricionista que nos apoya en asegurarnos de que los niños estén bien nutridos a la hora de crear conexiones cerebrales nuevas e influenciar los neurotransmisores. También se realizan visitas al colegio para que en ese entorno tan importante para el niño sepan cómo trabajar con él y para que nos informen de la evolución del mismo.
Dentro de Tot Teràpia, tenemos nuestra Pequeña Ciudad, un espacio ideal para fomentar la curiosidad. Esta nos proporciona diferentes escenarios para entrenar un sinfín de aspectos como la lectura, el cálculo o la escritura, mediante la recreación de actividades cotidianas. Al integrar las tareas escolares en el contexto de la vida diaria, el cerebro recibe más información y esto, como hemos visto, mejora la retención del aprendizaje.