¿A tu hijo no le gusta leer? ¿No sabes que hacer para que lea? ¿Es muy lento leyendo? ¿No recuerda lo que lee? ¿No entiende lo que lee? ¿Omite las letras? ¿Las gira constantemente? ¿Se frustra con frecuencia?
Los problemas de lectura son una de las causas principales de fracaso escolar. Entre un 20% y un 30% de los niños en Cataluña tienen dificultades en este ámbito.
Los niños se introducen en el mundo de la lectura desde bien pequeños. En función del colegio y del ritmo del niño el proceso lector es más rápido o más lento.
Normalmente, alrededor de los cuatro años de edad, los niños empiezan a conocer las letras del abecedario y su sonido correspondiente y sobre los cinco años acaban de conocer todas las letras y las consolidan mediante una lectura de palabras letra por letra.
De esta manera, a través de mucha práctica, los niños durante el ciclo inicial consiguen una lectura global de las palabras, permitiendo una lectura más rápida y por lo tanto, una mejor comprensión lectora.
Sin embargo, cada niño tiene un ritmo lector diferente. Tanto los padres como los maestros deben respetar los límites del niño y no forzar el aprendizaje cuando aún no está preparado. Es muy importante no presionarlos, el único resultado que obtendrán será una frustración constante por parte del niño, una negación hacia la lectura y rabietas y llantos frecuentes cada vez que se les presenta un libro.
Antes de presionarlo y/o castigarlo, no dude en consultar a un logopeda y solicitar un diagnóstico exhaustivo de la lectura de su hijo. Es posible que presente dificultades lectoras y necesite intervención logopédica.
Aún así, para una buena reeducación de los problemas lectores, no es suficiente con intervención logopédica si no que se debe tratar también desde el entorno familiar y el entorno escolar.
Es importante, entre todos, motivar al niño para que despierte curiosidad e interés para leer, siendo él el que nos pregunte por las letras y tenga ganas de conocerlas.
Se debe introducir a los niños a la lectura de una manera lúdica y natural, a través de objetos que le interesen o le llamen la atención. No siempre es necesario leer con un libro delante. Por ejemplo, si a un niño le gustan mucho los perros, empezaremos enseñándole las letras que componen su nombre y seguidamente, él mismo nos reclamará buscar información sobre los perros (donde viven, que comen, que les gusta…).
Es importante dedicar cada día un espacio a la lectura. Es muy recomendable que los padres lean con los niños y hagan actividades previas, durante y posteriores a la lectura.
Se tiene que incluir la lectura en la vida cotidiana de los niños sin que esta sea una obligación para ellos.