La Dispraxia, o también denominada, Trastorno de desarrollo de la coordinación (TDC), es un trastorno común que afecta aproximadamente al 5-6% de los niños. Se trata de una alteración en el desarrollo que puede afectar a todas las áreas del niño: física, social, memoria, lenguaje, desarrollo sensorial, crecimiento intelectual y emocional.
Estas características son generales y dependen mucho de un niño a otro, no es necesario que se desarrollen todas ellas para hablar de un problema de dispraxia.
Estas características impactan en el día a día de los niños que las presentan, pudiendo dificultar el vestido, el aseo, la alimentación, las habilidades para organizar armarios, poner la mesa, ordenar sus cosas,...entre otras.
Se pueden observar dificultades para aprender a escribir, tales como apretar demasiado el lápiz, confundir letras, organizar mal los espacios entre palabras, tener las tareas y los cuadernos sucios y mal organizados o tener problemas para copiar de la pizarra entre otros. En clase de gimnasia, también se puede observar que son más torpes que los demás niños, presentando dificultades en la realización de tareas como atrapar el balón.
Estos niños, en ocasiones, son tildados de torpes o vagos por no querer realizar las actividades que les proponen, pero es una etiqueta que no les corresponde; pudiendo incluso provocar interferencias en la autoimagen de los niños, ya que son conscientes de las dificultades que presentan, pero estas no son entendidas por su entorno. Pueden llegar a sufrir rechazo escolar o aislamiento.
Podemos detectar dificultades en los niños desde el inicio de su desarrollo, cuando aprenden a sentarse, a gatear, a andar,...; que pueden ayudar a encender la alarma de que algo está pasando.
Lo óptimo sería iniciar una intervención antes de los 3 años de edad, desgraciadamente no suele ser lo normal. Actualmente se suele detectar sobre los 7-8 años de edad, momento en el que los niños comienzan a escribir con fluidez.
Un cuestionario útil para ayudarnos a determinar que algo no va bien es el (DCDQ). Es un cuestionario que puede ser contestado por los padres, profesores o por otra persona que conozca bien al niño. En función de la puntuación obtenida nos puede indicar una alarma de que algo no vaya bien en el desarrollo.
Un estudio realizado por la Asociación Americana de Pediatría afirma, que entre el 5-6% de los niños presenta Dispraxia, lo que implica, que al menos un niño por aula presenta síntomas. Estos porcentajes se ven aumentados en el caso de los niños con TDAH, se estima que un 50% de los niños con TDAH padecen Dispraxia.
Referente al sexo de los niños se estima que por cada niña que presenta Dispraxia existen dos niños que presentan la dificultad.
Es importante que se realice una evaluación y tratamiento desde equipos especializados de profesionales, donde debemos de contar con la figura de un logopeda que valorará si el niño presenta dificultades en el habla o deglución pudiendo ser compatibles con la Dispraxia. También es importante, contar con la figura de un psicólogo formado y sensibilizado con el trastorno, ya que estos niños normalmente presentan problemas con su autoconcepto, autoestima y autoimagen.
La figura del terapeuta ocupacional podrá, además, realizar una exhaustiva evaluación funcional del niño, donde valorará principalmente la planificación motora del niño y como está afectando esto a su vida diaria (en el juego y las actividades escolares). Es recomendable que el terapeuta ocupacional que realice el tratamiento, esté especializado en Integración Sensorial. Este enfoque ha reportado importantes resultados en el tratamiento de la Dispraxia. Esta teoría fue desarrollada por Jean Ayres, terapeuta ocupacional estadounidense que estudió el desarrollo sensorial en los niños y su relación con las dificultades de aprendizaje.
Existe un dispositivo tecnológico que ayuda a potenciar la planificación motora general del cuerpo llamado Metrónomo Interactivo (MI). El MI ayuda a educar al cerebro para que planifique, ordene y procese información de un modo más efectivo. El dispositivo funciona produciendo un sonido que se oye a través de auriculares, desafiando a los participantes a hacer coincidir de manera activa la señal auditiva o visible con la planificación motriz.
Como se ha comentado anteriormente, los estudios hablan de que entre el 5-6% de la población infantil estaría presentando Dispraxia, tratándose aproximadamente de un niño por aula. Y, ¿qué está pasando en nuestro entorno? ¿No existe la Dispraxia?, no existen apenas diagnósticos de niños con Dispraxia o con Trastorno del Desarrollo de la Coordinación, pero en la practica clínica vemos que se produce con la misma frecuencia que en otros países, rondando el porcentaje de un niño por aula.
Y, ¿qué está pasando con estos niños? Nos encontramos con niños que acuden al centro con otros diagnósticos como puede ser Trastorno Generalizado del Desarrollo, Trastorno Específico del Lenguaje, Autismo,… pero en realidad se trata de una Dispraxia. Estos niños se caracterizan por no avanzar en los tratamientos, ya que, al no contemplar una dificultad en la praxis, ni contemplar de forma holística al niño resulta complicado “entrenar”