A veces puede ocurrir que los niños en edad pre-escolar comienzan a traer a casa pequeñas cosas que no les pertenecen sino que son de sus compañeros o amigos y no le damos mayor importancia cuando es algo que pasa una vez porque puede ser por despiste o por cualquier otra razón. Pero cuando comienza a ocurrir más frecuentemente nuestra preocupación aumenta pues no sabemos muy bien a qué pueda deberse esta conducta.
Lo importante es no pasarlo por alto y abordar la situación directamente, remarcando lo negativo de la acción de robar en si misma más que en el niño, hablando sobre lo que ha ocurrido y dándole espacio suficiente para que intente explicar por qué cree él que lo hace y de qué manera puede corregir o solucionar el daño que pudo haber causado.
Al conversar la situación abiertamente debemos intentar detectar cuál es la razón que hay detrás de la acción, puesto que el impulso de robar en los niños pequeños podría estar reflejando que el niño esté en ese momento enfrentando un periodo de estrés o de mucha ansiedad frente a alguna situación determinada y es importante por lo tanto acoger esa angustia e intentar enseñarles maneras más adecuadas de expresar su malestar, tensión, ansiedad, soledad, u otro tipo de emociones que incluso a ellos mismos les cuesta definir.
Puede ser interesante en estos casos realizar con nuestros niños técnicas de relajación y respiración tales como mindfulness y yoga infantil para potenciar su autocontrol cuando se enfrenten a situaciones de estrés y ansiedad, creando además un espacio familiar diferente donde se sienta acogido de forma especial.
Cuando el valor del “robo” es significativo o la conducta persiste en el tiempo es necesaria la intervención de un psicólogo infantil para poder abordar con mayor profundidad las razones por las cuales esta conducta se mantiene, ya que podrían tener un origen inconsciente y representar un conflicto interno que el niño o niña no es capaz de expresar. En estos casos la terapia puede ayudar a procesar esos aspectos o emociones internas tan difíciles de sostener por uno mismo.
Dependiendo de los casos, estas técnicas pueden acompañarse también con terapia cognitiva-conductual para reforzar la confianza en si mismo y en su capacidad de control en diferentes situaciones de estrés, potenciando una mejor expresión de emociones positivas y negativas.