Al llegar a final de año las personas solemos hacer una retrospectiva de cómo ha sido el año finalizado, cerrando así una etapa y abriendo otra nueva, donde nos proponemos nuevas metas para mejorar o lograr ser más felices, cuidarnos más, aprender a relajarnos, etc. Por ello, cada año la gran mayoría de las personas decidimos tomar nuevos retos que tenemos que cumplir. Nos proponemos comer más sano, dejar de fumar, hacer más ejercicio, dedicar más tiempo a nuestros hijos, prever los acontecimientos del día, disfrutar más en familia, etc., pero al final pasa el año y no hemos logrado nada.
La semana pasada recibí un correo electrónico que decía que tras un estudio realizado encontraron que de cada 100 personas que se proponen una meta para el año nuevo, solo un 8% lo logra. Me pregunto ¿y qué han hecho los del 8% para tener éxito? Según el artículo, buscar ayuda.
Cuando pensemos en un propósito es importante que averigüemos y tengamos muy claro porqué lo queremos alcanzar. El buscar el porqué también nos puede ayudar a entender que nos pasa y que es lo que nos molesta. Algunos de nuestros propósitos son la consecuencia directa de experiencias negativas que hemos tenido por malos hábitos o costumbres adquiridas. Por ejemplo, podemos ponernos como meta comer más sano, ya que estamos acostumbrados a comer comida procesada que nos sienta mal y nos engorda.
Sin embargo, hay metas que no provienen de un interés propio, sino del hecho de querer pertenecer a un grupo. Hay personas que se proponen objetivos solo para hacer feliz a personas importantes para ellas. Por eso debemos indagar un poco más. La pregunta clave es “porqué”. Cuando nos proponemos algo tenemos que tener muy claro el porqué lo queremos lograr y saber cuales son los hábitos de nuestra conducta de los cuales queremos prescindir. En el caso de que nos propongamos objetivos solamente para agradar a los demás, sabemos que estas metas son inválidas y las tachamos. ¿Que sensación de ligereza, verdad?
Un ejercicio interesante es imaginar nuestras vidas con la meta ya realizada. Tenemos que visualizar cómo nos sentiríamos de bien, como mejorarían los diferentes aspectos de nuestras vidas con el objetivo ya logrado. Esta visión nos tiene que dar placer y satisfacción, y una sensación de liberación que nos motive a la hora de tomar los siguientes pasos (sean los que sean) para obtener esas sensaciones.
Una vez que sabemos las metas reales que queremos alcanzar, tenemos que formularlo de una forma específica, medible, alcanzable, realista y con un factor de tiempo (según el acrónimo SMART en inglés). Decir “Voy a hacer gimnasia” no cumple con los requisitos SMART, pero decir “ voy al gimnasio los lunes, miércoles y viernes una hora", sí cumple los requisitos.
Hay varias ideas basadas en tradiciones, rituales que pueden sabotearnos a la hora de alcanzar nuestras metas. Es muy importante ser consciente de todas estas tradiciones para suplirlas con tradiciones divertidas y nuevas que nos ayuden a vivir la vida que deseamos.
Además, existe una serie de ideas que tenemos de nosotros mismos que nos puede impedir proceder en alcanzar nuestras metas. Es importante detectarlas y eliminarlas, porque al no creer que podemos lograr una meta no hacemos los pasos necesarios para lograrla. A veces tendemos a actuar por inercia, porque los demás lo hacen así, pero si intentamos tener criterio propio y modificar el hábito saldremos reforzados.
Ahora que tenemos las metas formuladas es la hora de la acción. Sin acción, las metas no tienen valor. Es aquí donde varias personas fallan porque cambiar una actitud, costumbre o hábito no es fácil. Las malas costumbres, hábitos y actitudes adquiridas nos dan un cierto placer, aunque no nos benefician. Se realizan de forma casi automática y por ello es necesario que la acción sea radical, sin excusas. Tenemos que estar muy concienciados para no caer otra vez en las mismas rutinas.
Para adquirir hábitos, hace falta pasar un periodo crítico de aproximadamente 21 días (3 semanas). Si insistimos por 3 semanas consecutivas en entrenar nuevos hábitos, costumbres o conducta utilizando diferentes formas de entreno, recordatorios y recompensas, habremos conseguido introducir el hábito nuevo. Pero no es hasta después de 3 meses o más que la conducta nueva se ha convertido en un hábito y es entonces cuando nos podremos dedicar a consolidarla. El cerebro conoce, reconoce y pide la conducta no deseada antigua para obtener placer, pero no conoce el placer que una conducta nueva le puede dar. El propio cerebro puede impedir que realices una conducta nueva. Para ello, pedir ayuda es un paso valioso.
Muchos pensamos que buscar ayuda significa que solos no podemos conseguirlo, como una falta de poder de voluntad o una debilidad. Sin embargo, es una muestra de valentía y de inteligencia: Por un lado valentía porque hemos decidido luchar por nosotros mismos. Somos valientes luchando para todos los demás, nuestros hijos, amigos, vecinos…. hasta para personas que no conocemos. Pero nos falta valentía para luchar para nosotros mismos. Por el otro, pedir ayuda también es una señal de inteligencia porque implica ver y reconocer que no podemos hacerlo por nuestros propios medios. Una visión ajena puede aportarnos información valiosa, ayudándonos a detectar estas ideas que nos impiden ser felices.
Existe un sinfín de disciplinas especializadas para dar ayuda desde diferentes ángulos. Ayuda para cambiar hábitos, para relajarnos, para perder peso, para educar a nuestros hijos etc. Todos estamos de acuerdo en que si se rompe el coche, no lo reparamos nosotros mismos (a no ser que seamos mecánicos). No, lo que hacemos es buscar ayuda.
Cuando sabemos bien qué nos pasa y qué aspecto de nuestra vida queremos cambiar, podemos buscar la mejor ayuda. Por ejemplo: Si nos falta energía, nuestro estado de ánimo es bajo y no logramos mejorar haciendo ejercicio, a lo mejor sería bueno hablar con un psicólogo en vez de con un entrenador personal.
Aunque es cierto que muchos pensamos que la ayuda de terceros es cara, no siempre es así: puedes pedirla a tus seres queridos para que estén pendientes de tus logros y te den su apoyo. Por otra parte, se puede invertir ayuda profesional solo para 3 meses, los necesarios para cambiar un hábito.
Necesitamos un sinfín de recordatorios para cambiar un hábito, una conducta. Los recordatorios tienen que ser algo que capte la atención (visual, táctil, auditivo) para no olvidar que tienes que cumplir tus propósitos. Cada persona necesita encontrar los suyos: Por ejemplo, una pulsera, papelitos colgados por casa o en mi caso, con tiza liquida en mi espejo. Proponte recompensas para estimular tu motivación y si lo logras, ejecútalas.
Buscar un terapeuta en estos casos es una inversión valiosa. Muchas personas admiten que durante la época de la terapia no han valorado la inversión pero que al final del recorrido, al ver que han superado miedos y fracasos y han experimentado cambios positivos en sus de conductas, esta ha sido poca en comparación con el resultado obtenido. Cuando formas parte del 8% y llevas la vida que deseas, ya no ves la terapia como tirar dinero sino como una muy buena inversión.
Todo el equipo de Tot Terapia espera que ESTE sea el año en que el 8% que incrementemos de forma colectiva el porcentaje del 8% .