No hace mucho leí una frase de Denpa Kyoshi que me hizo pensar: "Si no hay héroes que te salven, te tienes que convertir en héroe". Me gustaría poderos decir que pertenece a un sabio maestro oriental, pero no, Denpa no es más que un personaje de ficción de una serie de dibujos animados Anime.
Denpa no está del todo mal encaminado: si sufrimos un ataque y nadie más nos puede ayudar, una reacción lógica y sana, seria defendernos. Pero…
¿Qué pasa cuando el ataque vuelve y se convierte en un acoso diario? ¿Qué pasa cuando ese ataque no es de uno, ni de dos ni de tres personas, sino de muchas? ¿Qué pasa cuando el ataque proviene de alguien con más fuerza o poder que tú? ¿Qué pasa cuando tenemos dificultades que afectan nuestra capacidad de reacción? ¿Qué pasa cuando el ataque se nos escapa de las manos y gracias a las redes sociales se vuelve viral?
Desde mi punto de vista, cuando no hay héroes que nos salvan, tenemos tres opciones:
A. Te conviertes en héroe, como dice nuestro sabio Denpa
B. Pasas a ser una víctima
C . Te transformas en villano
Efectivamente, la tercera opción es la que mantiene vivo el bullying, porque el maltrato, el sufrimiento y la soledad si no se paran generan más bullying, convirtiendo a este fenómeno en un ciclo que se retroalimenta. Por esta razón, cuando se hacen intervenciones para tratar el bullying es tan importante el apoyar a las víctimas como abordar las dificultades de los agresores.
El bullying se define como una conducta de persecución física o psicológica que realiza una persona o un grupo contra otra, al que escoge como víctima de repetidos ataques. Estos ataques tienen que tener la característica de ser frecuentes y ser intencionados. Otra característica del bullying es la asimetría entre la víctima y el agresor, es decir, la diferencia de fuerza o poder entre ambos.
Un fenómeno que se ha estudiado mucho en el bullying es la reacción del grupo ya que en un típico escenario de bullying encontraremos no solo el agresor y a su víctima, sino también al grupo de espectadores que aunque no intervengan directamente en el bullying estarán reforzando esta conducta. Estos espectadores, no solo no paran o defienden a la víctima, si no que con su Ley del Silencio, se convierten en una magnífica fuente de atención para el agresor y lamentablemente un factor esencial en el mantenimiento del bullying. Recordemos que es muy probable que el agresor tenga sus propias dificultades y debido a ellas, una baja auto-estima. Estudios en el Reino Unido, constatan que el 24% de jóvenes que han sido víctimas de bullying pasan a ser acosadores. (The Annual bullying Survey 2016, Encuesta a 8.850 jóvenes de edades comprendidas entre 12-20).
La Encuesta de convivencia escolar y seguridad en Cataluña, Curso 2005 – 2006 nos dice que la forma de bullying más común en las escuelas es la burla. La siguen los empujones o patadas, después las acciones relacionales, es decir, conductas sociales discriminatorias, como por ejemplo ignorar a alguien. En cuarto lugar, nos encontramos con amenazas y coacciones y por último los robos y los destrozos como el modo de bullying menos frecuente.
Otros datos interesantes son que el bullying se manifiesta de manera diferente en chicos que en chicas, siendo más verbal entre el género femenino y más físico en el masculino, que va disminuyendo con la edad y que va aumentando en nuestra sociedad con el transcurso de los años. (Sánchez-Queija, García-Moya y Moreno (2017).
Los efectos del bullying son diferentes en víctimas, agresores y espectadores (Walk y Lereya (2017).
En las víctimas se ha asociado a un aumento del riesgo a sufrir ansiedad, un bajo rendimiento escolar y somatizaciones, es decir dolores de cabeza, y de estómago, etc. En adolescentes y luego en jóvenes adultos también se pueden observar depresión, autolesiones y conductas suicidas y puede aumentar el riesgo de desencadenar un trastorno límite de la personalidad. En la edad adulta también se observa un mal estado de salud general, afectaciones en el sistema inmunológico y dificultades laborales (trabajos inestables, menos ingresos, etc) y dificultades para hacer o mantener amistades.
En los agresores se observa una pobre adaptación al entorno escolar, conductas autolesivas o conductas suicidas y un mayor riesgo de delincuencia o violencia con parejas. En la edad adulta, aumenta el riesgo a cometer crímenes violentos, abuso de sustancias, dificultades para mantener un trabajo y dificultades para hacer o mantener amistades. En mujeres, aumenta la maternidad antes de los 20 años.
En espectadores (Kubiszewski, 2016) nos encontramos con efectos como la angustia, la peor percepción del clima escolar y una menor sensación de bienestar.
El acoso escolar ha existido siempre, pero quizás hoy en día nos encontramos con más casos y más graves. La crueldad, la burla y el acoso entre alumnos siempre ha formado parte de la vida escolar y de una manera u otra, todos hemos estado en contacto con este tipo de conductas en un momento de nuestra infancia o adolescencia.
Lo que no siempre ha estado ahí, son otros factores como las nuevas tecnologías, la falta de límites y la tendencia proteccionista de mucho de los padres de hoy en día, que desafortunadamente han potenciado este tipo de conductas, hasta el punto de que la sociedad ha tenido la necesidad de darles un nombre: Bullying.
Es muy difícil de tratar, entender y estudiar formas de afrontar algo que no está definido, y en ese sentido, el nacimiento del concepto de Bullying ha jugado a favor de muchas víctimas del acoso escolar. Por supuesto que todo tiene dos caras, y el Bullying también puede a veces utilizarse erróneamente como excusa, o como pretexto para justificar otras conductas no deseadas.
Por esta razón es tan importante que las escuelas tomen iniciativas, no solo para disminuir o prevenir el bullying entre sus alumnos, sino para formar a docentes y a los padres, para que distingan el bullying de lo que no y prepararlos para que puedan detectar conductas de riesgo en sus alumnos o hijos.
Las escuelas tienen una gran responsabilidad en la prevención del bullying ya que es el ambiente en el que se desarrolla con más frecuencia.
En la última década han surgido diferentes programas anti bullying que están teniendo mucha eficacia en las escuelas que los han implementado.
El programa TEI, Tutoría Entre Iguales
El Programa KIVA
Se buscan valientes
StopBullying
A parte de estos programas, las escuelas pueden organizar dinámicas de grupo, talleres para potenciar la autoestima, las habilidades sociales y la comunicación emocional, formación para sus docentes, charlas para los padres, etc. con la ayuda de profesionales externos, como nuestras psicólogas de Tot Teràpia, que juntamente con una sólida política de Tolerancia Zero, tendrá un impacto significativo en la incidencia del Bullying en la escuela.
Una de las mejores armas contra el Bullying es tener una buena autoestima. Para alimentarla desde casa, es bueno poder ofrecerles un espacio de confianza para hablar, para mostrar los sentimientos, buenos o malos, para poder reconocer errores o compartir alegrías, y la mejor manera de hacerlo es con el ejemplo.
Para establecer una confianza con ellos, es importante poder compartir espacios con ellos, fomentar actividades en familia, así las experiencias enriquecerán el vínculo que tenemos con ellos. Así entenderán que el cariño que les tenemos es incondicional y que el ponerse serios y tener que poner límites de vez en cuando, no influye en el amor que os une.
Muchas veces, la comunicación entre padres e hijos se convierte en un interrogatorio. “ ¿cómo ha ido es cole?” “ ¿qué habéis hecho?” de lo que sólo extraemos monosílabos. Si somos nosotros los que les explicamos cómo nos sentimos, o como nos ha ido el día, es muy probable que luego nos cuenten ellos.
Es importante poder hablar con nuestros hijos, no solo de las cosas que les suceden a ellos, si no las cosas que pasan a nuestro alrededor, como sucesos, conflictos, noticias, etc. siempre y cuando estos sean adecuados a su edad, para educarlos y así poder transmitirles valores sociales tan importantes como el respeto a las minorías, la igualdad de género o la solidaridad.
Por último, como padres, es importante estar alineado con la escuela, y conocer qué estrategias se usan para gestionar conflictos. La comunicación con los profesores es esencial y delante de un conflicto es importante que enseñemos a nuestros hijos a responsabilizarse de sus actos y así transmitirles que todo (o casi todo) puede repararse.
No hay un perfil de Bullying, todo el mundo puede ser víctima, agresor o espectador, por eso, el bullying es un problema de todos.