Puede ocurrir durante la primera infancia que nuestros hijos compartan sus juegos y conversaciones diarias con personajes que salen directamente de su imaginación. Pueden ser amigos, mascotas e incluso superhéroes imaginarios con los que muchos niños juegan y conversan durante el día. Muchas veces a los adultos esto nos toma desprevenidos pues aparecen casi imperceptiblemente y no sabemos muy bien cómo reaccionar frente a ello.
¿Qué podemos hacer los padres frente a esto? Lo primero es no alarmarse, pues es perfectamente normal que esto ocurra sobre todo durante los 2 a 3 años de edad y en los primeros años de escuela incluso hasta los 6 a 7 años. Tener un amigo imaginario en la mayoría de los casos lo que permite es que desarrollen más libremente su creatividad -sobre todo si el niño es más bien tímido- y expresen abiertamente miedos, temores, inquietudes, ideas y pensamientos personales. Les da un espacio para que puedan expresarlos e incluso resolverlos en un lugar imaginado donde todo está permitido.
Darles a los niños ese espacio de fantasía promueve en diversos niveles la oportunidad de que aprendan a regular sanamente sus emociones, tanto las de frustración y ansiedad como las de alegría y triunfo, permitiendo que su autoimagen y autoestima positiva se fortalezcan pues comienzan a creer más en sí mismos cuando tienen este “amigo” que les da confianza de forma constante.
Es importante como padres estar presentes en este proceso, pero adoptando un rol más bien de personaje secundario, observarlos sin alentar ni restringir, permitiendo que sea el niño el que marque el ritmo; sin interferir demasiado en su juego y esperar activamente a que vuestro hijo les hable espontáneamente de su “nuevo amigo”. Esto les permite a los niños practicar sus estrategias sociales, potenciando su empatía y confiando en sus propias percepciones y capacidades. Y a su vez, les permite a los padres observar de cerca a sus hijos pudiendo detectar si existen temores o necesidades importantes que están surgiendo, si se retrae o aísla más que antes por ejemplo, y valorar posteriormente si es necesario acudir a un especialista.
Los amigos imaginarios suelen ir desapareciendo con el tiempo, tan sutilmente como llegaron. Suele coincidir con el surgimiento de nuevas amistades en el colegio, donde ya en un espacio real pueden desplegar todas estas habilidades sociales y adaptativas que han ido desarrollando y practicando previamente con su amigo mágico.