Para leer necesitamos transformar las letras en sonidos y así crear una palabra.
Esta palabra tiene que activar un significado para que entendamos lo que hemos leído. Además, cuando leemos en voz alta, tenemos que activar la zona de coordinación de los músculos del habla. Después de mucha práctica con la lectura, los niños no leen cada letra de la palabra sino que reconocen la palabra entera, como reconocemos imágenes. En adultos este proceso se da más frecuentemente.
Hay diferentes áreas cerebrales implicadas en la lectura que se van desarrollando, ya que leer no es una destreza innata. Es por esto que no hay una zona especial en el cerebro diseñada para la lectura sino que utiliza áreas destinadas a realizar otras tareas. Algunas de estas áreas son el procesamiento visual (cuando vemos las palabras) y el auditivo (cuando las transformamos en sonidos). Este proceso se debe realizar de forma muy coordinada y planificada.
Cuando leemos, un área cerebral procesa una información en concreto y la deriva a otra parte del cerebro para que allí se agregue más información.
De esta forma se crea un sistema cerrado que se activa cada vez que leemos.
Hay tres sistemas involucrados en la lectura:
En cada una de las zonas cerebrales o conexión de una área a otra o incluso entre sistemas, puede haber un problema. Depende del sistema que esté afectado, el niño puede manifestar una u otra dificultad.
Los problemas con la lectura se llaman dislexia y existen diferentes tipos. Cuando un niño presenta dificultades lectoras es importante tanto tener un diagnostico como tener además una descripción del problema porque depende de la naturaleza de la dificultad se adaptará el tratamiento para obtener mejores resultados.