El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, de ahora en adelante, TDA/H, es un trastorno del neurodesarrollo que se inicia antes de los 12 años de edad.
En Tot Teràpia, cada vez más, nos encontramos con padres que buscan una opinión profesional para valorar, con más detalle, si su hijo/a puede estar desarrollando un TDA/H. Aunque muchas veces el sistema de alarma es activado desde la escuela, por presentar comportamientos poco funcionales, en otras muchas ocasiones son los padres quién detectan los primeros síntomas de sospecha. Pero ¿esta sospecha nos está hablando de un Trastorno por Déficit de Atención y Hiperactividad o nos habla de otra cosa?
Es importante que los padres quieran y necesiten asegurarse, y por ello, soliciten una exploración por parte de un equipo de especialistas que puedan evaluar lo que está pasando, desde distintos enfoques y disciplinas. Y así y sólo de esta forma, se logrará un diagnóstico completo, específico y correcto, pues en muchas ocasiones vemos que el TDA/H se està sobrediagnosticando o confundiendo con otros trastornos.
Nuestra propuesta para este blog es explicaros cuáles son los criterios diagnósticos para el TDAH, cómo reconocerlo, sus diferentes propuestas de tratamiento e intervención, su evaluación y sobretodo, con que otros síndromes o trastornos se puede confundir.
El DMS-V, que és el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales creado y revisado por la APA (American Psychiatric Association), define el TDA/H, en el 2014, como:
Entre los síntomas de inatención se deben encontrar 6 o más de los que vienen a continuación y que estos sucedan con frecuencia:
a) Fallar en prestar la debida atención a detalles o por descuido cometer errores en las tareas (por ejemplo: no hacer los trabajos con precisión).
b) Tener dificultades para mantener la atención en tareas o actividades recreativas (por ejemplo: dificultades en mantener la atención en clase o la lectura prolongada).
c) Parece no escuchar cuando se le habla directamente (incluso ante la ausencia de cualquier distracción).
d) No seguir las instrucciones y no terminar las tareas escolares o laborales (por ejemplo: es capaz de iniciar el plan de trabajo, pero se distrae con facilidad y se evade mucho).
e) Presentar dificultad para organizar tareas y actividades (por ejemplo: mostrar dificultades en secuenciar tareas, poner los materiales en orden, descuido y desorganización en el trabajo, mala gestión del tiempo y no cumplir los plazos).
f) Evitar o mostrarse poco entusiasta, así como disgustarse a la hora de iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
g) Perder cosas necesarias para tareas o actividades (por ejemplo: libros, lápices, agenda, llaves, papeles de trabajo, gafas, móvil…).
h) Distraerse con facilidad por estímulos externos (o en los adultos, distraerse por pensamientos no relacionados).
i) Olvidar las actividades cotidianas (por ejemplo, en hacer sus tareas).
Entre los síntomas de hiperactividad se deben encontrar 6 o más de los que vienen a continuación y que estos sucedan con frecuencia:
a) Juguetea con algo o golpea las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
b) Levantarse de la silla en las situaciones en que se espera que permanezca sentado.
c) Corretear o trepar en situaciones en las que no resulta apropiado (en los adultos, por ejemplo, puede limitarse a estar inquieto).
d) Es incapaz de jugar o ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.
e) Sentirse “ocupado” actuando como “si lo impulsara un motor” (por ejemplo: le cuesta estarse quieto, es como que no puede parecer o estar tranquilo).
f) Hablar excesivamente.
g) Responder inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta (por ejemplo: terminar frases de los otros o no respetar el turno de concersación).
h) Le es difícil esperar su turno (por ejemplo: tener que esperar en una cola).
i) Interrumpir o inmiscuirse con otros (por ejemplo: tocar las cosas de los demás sin esperar o recibir permiso).
*Nota: para los adolescentes mayores (17 años) y los adultos, con 5 síntomas de inatención o bien, hiperactividad, es suficiente.
Como podéis ver, diagnosticar un TDA/H conlleva muchísima observación en más de un contexto. Además, la frecuencia y intensidad de los síntomas descritos debe ser constante y permanecer durante un largo período de tiempo.
Por ello, no sólo es muy importante el reporte familiar y escolar sobre su desarrollo, sino lo que ellos mismos expresan y proyectan. Cuando hay malestar, miedos, ansiedad, preocupaciones, debemos recogerlos, elaborarlos y trabajarlos, porque todos estos pueden estar afectando al estado emocional y cognitivo general del niño.
Para poder intervenir adecuadamente, es importante elaborar un buen plan de exploración neuropsicológico en el que intervengan más de un especialista: psicólogos y/o neuropsicólogos (para evaluar la parte de desarrollo emocional e intelectual, así como funciones cognitivas), un terapeuta ocupacional (que evalue aspectos como el desarrollo en la planificación motora, coordinación y praxias) y también, un logopeda (para determinar más específicamente el desarrollo en el área de comunicación, lenguaje y aprendizaje asociado).
La exploración necesita tiempo y especificidad. Determinar cuáles son las necesidades de ese niño o adulto, sin tener en cuenta aspectos que subyacen a esa sintomatología, puede llevar a “sobrediagnosticar” o a “diagnósticos confusos”.
En muchas ocasiones vemos niños que presentan otros síndromes o trastornos de base y que son los que estan generando esos déficits de atención. De entre ellos, se encuentran una muy baja autoestima, depresión, ansiedad, acoso escolar, discapacidad intelectual o altas capacidades, síndrome de asperger o dispraxia entre otros. Por ello, nuestro equipo cuenta con pruebas estandarizadas como: NEPSY-II, WISC-V, WAIS, CONNERS, CELF-V y el Manual de diagnóstico DSM-V.
Es importante que se trabaje el trastorno de forma transdisciplinar, para que sea efectivo y funcional al máximo. Para ello es necesario actuar desde la alimentación (para empezar a cambiar la bioquímica del cerebro), así como utilizar métodos alternativos a la medicación, como el Neurofeedback (método de entrenamiento para la actividad cerebral) y trabajo de emociones y funciones ejecutivas, en general.